sábado, 28 de mayo de 2016

Háakar

Si alguna vez haz visto cuando un gato cae al agua, agitando las patas y moviéndose como poseído por una entidad maligna siendo bañado en agua bendita un domingo por la mañana, entonces podrás darte una ligera idea de como fueron los más largos 20 minutos en la vida de Háakar Finore.

Había entrado primero al agua esperando inspirar un poco más de confianza en el novato, que los nervios se calmaran y dejara de abrazar con tanta fuerza esa toalla verde, le pidió de manera amable y calmada que dejara libres sus manos para tomar la toalla, incluso le extendió la mano para que se sujetara mientras entraba. Aun así, el pánico era tal que parecía empañarle los googles.
En cuanto el agua le cubrió gran parte del cuerpo se aferró a él con fuerza como si su vida dependiera de ello.
¡Allah-Taala! ¡Ese chico era fuerte!
Respiró hondo y se calmó recordando la primera regla para ser instructor, tener una paciencia infinita como el universo en constante expansión. Sonrió con amabilidad sujetando al chico de los costados como a veces tenía que hacer con los niños pequeños.

-Esta bien tener miedo– El muchacho pareció reaccionar e intentó alejarse pero el miedo al agua lo hizo aferrarse de nuevo- Se que esto es nuevo para ti y que no sabes como hacerlo, que puede que tengas miedo al fracaso pero si no lo intentas no sabrás que tan lejos pudiste haber llegado-Guardó silencio esperando a que Exie le respondiera-Tengo un flotador con tu nombre que es mejor salvavidas que yo, lo abrazas con fuerza y yo te sujeto mientras flotamos de aquí de la orilla a…¿que dices? ¿La mitad de la alberca?

El muchacho miró a la orilla que estaba a medio metro de distancia y después a lo que él creía era la mitad de la alberca. No parecía convencido. Por un momento háakar pareció ver como movía los labios murmurando algo muy parecido a una maldición a lana, tal vez no era el mejor momento para maldecir a un suéter.
Sin esperar la aprobación de su pupilo caminó a la orilla, unos 3 pasos aproximadamente, alargando la mano hasta dar con la pequeña tabla y se la entregó.

Esto si lo puedes apretar con fuerza y no se le cortara la circulación-Ser gracioso tampoco pareció funcionarle para romper el hielo entre los dos, algunos de los americanos solían ser racistas o se sentían incomodos con la gente de color, esperaba que este no fuera el caso.–Se que no lo parece pero esto flota bastante bien, puede aguantarnos a los dos y sigue a flote, puedes confiar en mi.

Realmente parecía un niño pequeño, era igual de tímido y estaba seguro que no podía llamar sus padres para que vinieran a calmarlo.
Aunque inseguro de lo que hacía, Exie, lo soltó aferrándose a la tabla. Una pequeña victoria para el día de hoy. Como prometió lo sujetó ayudándole a alzar las piernas.
Teniendo una de las manos en el pecho ajeno pudo notar el cambio de ritmo en el corazón. Sintió lastima por él, estaba más que aterrado por lo que decidió seguir hablando con la esperanza de distraer un poco su mente.

Vamos a flotar, no tienes que hacer nada más que agarrarte fuerte, disfruta el agua, siente como te mece suavemente y lo refrescante que es, ¿lo notas?–El chico agito la cabeza en negación, por lo menos ya le estaba respondiendo– ¿Cuantos años tienes?

18 –Anunció con voz débil y quebradiza–

El moreno no pudo reprimir vocalizar su sorpresa en su lengua natal– ¡No lo parece! Te vez menor que yo, tengo 17

¿QUÉ? –Se revolvió en el agua para voltear a verle por encima del hombro–

Wow tranquilo intentamos flotar ¿recuerdas? Mirada al frente –Dijo con algo de dureza–

Pero, eres más alto que yo y te vez más grande –Otro motivo por el cual estar en estado de shock–

Gracias…?...–Era la primera vez que alguien le decía que se veía mayor. Le sorprendió lo mucho que le divirtió–

N-no me mal entiendas es que..–

Esta bien, no me molesta, de verdad –Aclaró un poco la voz intentando sonar serio– Te incomoda?

No –Mentía, obviamente– claro que no –Murmuro otra cosa que no alcanzó a comprender del todo–


Las palabras no abundaron después de aquello. El joven instructor no se desilusiono mucho después de todo era normal que los pupilos no hablaran en los primeros días, hasta cierto punto les guardaban rencor por hacerlos enfrentar sus miedos. Eso es lo que Háakar lograba ver en los ojos de los niños quejumbrosos que lloraban y salpicaban el agua. 

Tenía que admitirlo, había visto vacas nadar con más gracia que con la que Exie se movía en el agua, pero el chico lo intentaba con todas sus fuerzas y eso era algo de admirar que no se podía pasar por alto. Al comenzar a patalear sacaba casi tanta agua como la que le entraba a la boca. Le repetía una y otra vez que cerrara la boca, como dar la patada e intentaba soltarlo de poco en poco. ¡El reloj se movía tan lento! A lo lejos logró escuchar la voz de una chica que gritaba "¡Se ahoga, no sabe nadar!" habría apostado todas cartas de Yugi-Ho que se refería a Exie. Por el rabillo del ojo pudo ver como su padre llevaba en el hombro a una chica rubia fuera de las gradas. Este día se estaba haciendo cada vez más raro.

Cuando finalmente sonó la alarma el moreno tomó al mayor por los costados, se encontraban muy lejos de la orilla y parecía demasiado cansado para regresar solo, ahora se le hacía un poco raro pensar en él como uno más de los niños pequeños que entrenaba los fines de semana. 
Al salir de la alberca Exie se apresuró a cubrirse con la toalla y tratar de recuperar el aliento.
"Pobre chico" pensaba háakar "De verdad tiene muy mala condición" Se acercó a él para ayudarle a quitarse los goggles y el gorro. Tenía unos ojos verdes en verdad hermosos, de no haber sido porque vio unos iguales hasta hace unas pocas horas pudiera que le hubiesen gustado más los del chico.

El intercambio de palabras continuaba siendo muy escaso al punto de ser incomodo para ambos. Intentó animarlo diciendo que para ser su primera vez lo había hecho muy bien, que no se desanimara y continuara yendo para que pronto fuera como un pez en el agua. Exie no parecía muy convencido, muy al contrario, parecía ahora más incomodo agachando la cabeza y  escondiendo uno de sus ojos con el fleco, contestando cortante, mirando a la puerta de los vestidores constantemente. Era claro que se quería ir lo más pronto posible por lo que Háakar no lo detuvo por más tiempo, lo dejó ir sintiéndose mal por él. Aunque su padre lo asigno como castigo no tenía porque verse perjudicado el chico. Más tarde hablaría con él sobre que otro castigo podría aplicarle.

Las horas venideras se fueron volando. Una espina en su cabeza no lo dejaba en paz, se enterraba cada vez más profundo en su cerebro probocandole una jaqueca terrible. Ni la ducha fría en las regaderas después del final de su jornada lograba distraerlo del todo. 
Había llegado muy lejos con Byatha esta vez. Constantemente se molestaban, tenían momentos en los que parecía que coqueteaban, abundaban los insultos que se decían el uno al otro pero nunca habían cruzado la raya del odio al amor, si es que a eso se le podía llamar amor. ¿Cómo vería a Byatha a la cara el día siguiente en la escuela? ¿Cómo verla a esos ojos verdes como las hojas de las palmeras? ¿Cómo no hipnotizarse con el sonido de su voz al hablarle? Aun habiendo pasado varias horas en el agua podía percibir su aroma, sentir el calor de su piel contra sus manos y un constante cosquilleo en los labios no le dejaban olvidar el beso que le había dado.
Con una fuerte bofetada se obligo a si mismo a despertar del trance en el que se encontraba. Alzó la mirada y observo a su padre deteniendo el camino del tenedor a su boca observándolo con una variedad de expresiones en la que dominaba la confusión. Inspeccionando de manera rápida su alrededor se dio cuenta de que estaba en el comedor de su casa "disfrutando" en familia de la cena. Hace solo un momento se duchaba en la escuela de natación, ¿Cuando es que llegó a casa y se sentó a cenar con su padre?

–Ibn, ¿Esta todo bien? –Bajó el tenedor lleno de curiosidad mas que de preocupación–

–Sí, esta todo de maravilla, ¿porque habría de estar algo mal?–

–Además de que te tatuaste en rojo la mano en la cara, nada–

–Se me paró un mosquito en el cachete– Llevo a la boca más comida de la que le cabía–

–¿Pasó algo en la escuela?–Recibió la respuesta sincera que deseaba al ver como su hijo se atragantaba con la comida. Como buen padre pensó lo peor– Llegaste tarde de nuvo ¿verdad?

–aghh...–Tomó un poco de agua aliviando el ardor en la garganta– Se dice "nuevo", papá, y no...no llegué tarde, fui a todas mis clases, no me quedé afuera esta vez...–

–¿Entonces que pasó?¿Es por esa chica de la escuela, te sigue molestando?–

–No....no, exactamente–En definitiva lo que hizo no era algo que le podía platicar a su padre.– No es nada papá, estoy bien, solo algo preocupado por el chico nuevo. Creo que tal vez le deberías asignar otro instructor  no parece muy cómodo conmigo, no es que quiera escapar de mi castigo, aceptaré cualquier otra cosa que me digas que haga.

Tonterías Háakar, el chico esta bien contigo, mientras no venga a pedirme que lo cambie seguirá bajo tu tutela –La respuesta pareció satisfacerle o por lo menos distraerle del verdadero problema– Eres alguien muy capaz y experimentado, eres todo lo que el chico necesita por ahora.

Si tu dices –La comida no le apetecía mucho pero si quería evitar el interrogatorio tenía que comerse todo–

La cena transcurrió tan tranquila que por un momento creyó que tendría una larga y tranquila noche de sueño hasta que llegó a su habitación. Estando solo no pudo cortarle el paso a sus pensamientos. No dejaba de verla cada que cerraba los ojos, no dejaba de olerla ni de sentirla sobre su piel. Estaba hechizado por esa bruja, esa preciosa bruja que le robaba más de un suspiro por hora.
¿Debía de mandarle algún mensaje o llamarla? Lo más seguro es que le gritara por hablarle tan tarde o que lo regañara por seguir despierto cuando tenía que dormir pronto para evitar llegar tarde de nuevo. Por un momento consideró la opción de levantarse e ir a hablar con su padre de lo ocurrido, pudiera tener a lo mejor un buen consejo para su hijo adolescente.
Miles de ideas cruzaron por su cabeza, algunas más absurdas que otras, pero no hizo nada. Permaneció inmóvil observando la pantalla de su celular que mostraba el nombre de la chica en sus contactos. 

–Todo regresara a la normalidad mañana, ¿verdad?–Se dijo a si mismo intentando calmar a su conciencia–Todo quedará olvidado–

Sabiendo que después se arrepentiría tecleo un último mensaje a la chica antes de ser vencido por el cansancio.

"Buenas noches"






Allah-Taala: Dios creador.
Ibn: Hijo en árabe. 

domingo, 15 de mayo de 2016

Háakar

Incluso antes de abrir los ojos Háakar sabía que ese podría sería un muy mal día para él.
Despertó a las 6 de la mañana como todos los días con ayuda de su alarma en el celular. La apagó y cerró los ojos por un momento, era increíble lo cansado que se sentía, no era por las horas de entrenamiento en la alberca olimpica, estaba acostumbrado al ritmo rudo contra el cronometro, pero el tener que ir lento y estar al pendiente de 30 personas durante toda su tarde lo estaba matando no era que le desagradara su nuevo empleo en el que llevaba poco más de un mes, era solo que no estaba acostumbrado a pensar en alguien que no fuera el mismo. 
Siempre tan independiente y aislado de los demás “Tienes mucho en ti háakar”le decía su padre “por eso debes aprender a dar a los demás un poco de ti”.No entendía cual era la obsesión de su padre por ayudar. 
Esos pensamientos fueron reemplazados casi al instante por viejos recuerdos de su tierra natal.
Se encontraba en su habitación, el cuarto más alto en su casa, mirando por la ventana.
La arena se extendía por el horizonte hasta fundirse con el cielo del alba, todo estaba oscuro pues las estrellas habían terminado la labor de iluminar la noche y el sol aun no salía a empezar un nuevo día. Daba la impresión de estar en un océano congelado en el tiempo. El aire soplaba ligero en una gélida caricia levantando una fina manta como la seda hecha de arena. De entre las montañas serpenteantes destellos del nuevo sol asomaban pintando de colores ocres el paisaje. Era la cosa más hermosa que sus ojos podrían ver en su vida, provocaba en él una sensación de paz y tranquilidad que nadie que no pudiera ver la belleza del desierto podría comprender jamás. Sí, hacía mucho calor todo el tiempo y no había más que un mar seco interminable. Pero a él había aprendido a amarlo.
Poco a poco fue abriendo los ojos haciendo desaparecer la visión de su paraíso fijando la vista en el blanco de su techo. Suspiró dejando salir la enorme nostalgia de su cuerpo. A veces en verdad odiaba su nuevo "hogar".
Tomó asiento en la cama tomándose unos segundos para despertar del todo. Tomó el celular de la cómoda y pegó un grito ahogado al ver la hora que marcaba el reloj. Su pequeño viaje al pasado le había llevado ni más ni menos que una hora entera. Podía escuchar a su padre decirle “Ten control de tu tiempo, por eso no puedes terminar tus tareas” no podía quitarse la voz de ese hombre en todo el día.
Salió a toda prisa de su casa terminando de abotonar la playera blanca del uniforme mientras corría a tomar el último autobus a la escuela. Rezaba a sus dioses que fueran piadosos con él y le permitieran llegar a tiempo a la parada del camión pero estos tenían otros planes. Háakar pudo ver como el camión se alejaba a gran velocidad una cuadra antes de que llegara a la parada. Tuvo que correr todo el camino, de nuevo, con la esperanza de que no fuera demasiado tarde cuando llegara cosa que no fue así.

Al llegar la alarma ya había sonado y las puertas estaban cerradas. Su padre se lo advirtió, volvía a faltar un día a clases y se olvidaba de la natación.
Se dejó caer al suelo con la espalda recargada en las puertas para recuperar el aliento y pensar en que es lo que haría para entrar. Para su infortunio solo podía pensar en una sola solución.
Del bolsillo de su pantalón sacó su teléfono celular y “la” busco entre sus contactos. Le hervía la sangre con cada timbre que daba el móvil en la espera de que contestara. Una voz femenina habló.

No me digas, tarde de nuevo– De haberla tenido frente le habría dado un golpe en el hombro.

–Ayudame a entrar–

–¿Y porque tendría que hacer eso?

–Byatha ¡no seas así! nada te cuesta abrir una ventana o buscar una manera en la que pueda entrar.–

No me cuesta nada pero me gusta escuchar como agonizas

–Acaso quieres que te ruegue por ayuda?

Sí, ¿porque no? No estaría nada mal para empezar

–No voy a hacer eso–

Pues entonces te quedas afuera, tengo que ir a clase ya voy a colgar

–¡No no no espera! ¡no te atrevas a colgar! –

Dame una buena razón para no hacerlo y no dejarte afuera

–Porque si no me dejas entrar entonces ¿cómo vamos a saber quien es el más rápido en clase de educación física, o ese es tu plan? ¿te estas acobardando porque sabes que soy mucho mejor que tu?, es más yo podría sacar una nota más alta que tu en idioma, un chico árabe siendo mejor que tu en idioma, ¿Qué dirán de ti? siempre quedando en segundo lugar–

Entonces la puerta se abrió con fuerza golpeándolo en la cabeza, detrás de ella se encontraba la chica con el móvil aun en la oreja y la cara al borde de la rabia.

–Tanta suerte tuvieras, entra de una buena vez rata del desierto–

–Pudiste haberme dicho que estabas detrás de mi– sobaba su cabeza al levantarse del suelo–

Ella sonrió mostrando sus dientes a perlados, poseía una mirada feroz bastante atractiva–Sí...pude haberlo hecho, vamos tarde, ¡oh! y háakar abróchate esa camisa puedo verte el pecho–

Cómo detestaba la sonrisa cínica en el rostro de Byatha, odiaba la manera en la que lo miraba, el tono con el que le hablaba, y cómo aborrecía que el corazón le latiera a mil por hora cuando estaba junto a ella. 
Disgustado se levantó del suelo caminando aprisa al lado de la chica, acompañado de ella sabía que podría entrar al salón sin problema, por alguna razón siempre sabía como persuadir a los maestros para que no los regañaran a los dos cuando llegaban tarde.

El resto de su día transcurrió de manera cotidiana, nada muy digno de ser mencionado, incluso la clase de lengua fue aburrida con ambos sacando la misma nota en el examen.
Lo realmente interesante ocurrió en la última clase del día, educación física, donde los esperaba una pista de obstáculos que a la maestra tanto le gustaba poner para exprimir cuanto podía a los pobres alumnos, justo lo que háakar y Byatha necesitaban para intentar demostrar al otro que eran mucho mejor. Todos en la clase sabían que era mejor no meterse en medio por lo que dejaron que ambos se pusieran uno al lado del otro en la fila esperando su turno para pasar por la pista.

–Mateso ¿porque no te evitas la humillación? Tu y yo sabemos que soy mejor atleta que tú –Avanzaron un paso–

–¡JA! eso te gustaría, el único humillado vas a ser tú, Finore –Dieron otro paso– Voy a ponerte en tu lugar, justo debajo de mí –De nuevo aquella sonrisa que no podía soportar el moreno–

–Me vas a poner en mi lugar ¿eh? ¿Dónde he escuchado eso antes?...¡oh sí! ya lo recuerdo, como cuando dijiste que ibas a ponerme en mi lugar cuando jugamos quemados y terminaste con el cuerpo lleno de moretones, o cuando dijiste que ibas a ponerme en mi lugar el día que jugamos soccer y perdiste por dos puntos– Sonrió cínicamente al ver la molestia en el rostro ajeno–

–Tu lugar es debajo de mí– Un fugaz pensamiento cruzó por su mente. Jugar limpio nunca había sido el fuerte de los dos. Dio un paso al moreno susurrándole al oído–

–¿Pero qué rayos? –Su rostro se tiñó de un brillante rojo. A punto estuvo de protestar, responder con cualquier cosa con tal de que ella no se quedara con la última palabra mas se vio interrumpido por el chirriante sonido del silbato que marcaba el inicio de la carrera.

De más esta decir el desastre que ocurrió justo después. Por más que lo intentaba no lograba concentrarse en lo que estaba haciendo, las palabras de byatha estaban sirviendo como un tranquilizante de rinoceronte entorpeciendo sus movimientos. Los 5 metros de carrera fue lo único que pudo terminar sin tener algún incidente, tiró una que otra valla al intentar saltarlas y al trepar la pared con soga cometió el error de voltear hacia arriba donde ella esperaba que cruzaran sus miradas haciendo una seña indigna de cualquier dama. El estomagó se le revolvió con una mezcla de emociones varias que no pudo reconocer del todo.

Lo siguiente que supo fue que cayó a los colchones azules de protección de espaldas, Byatha llegaba a la meta y se llenaba de ovaciones  por haber “ganado”.
Que haya hecho trampa no importaba para el marcador imaginario que tenían, ella ganó y punto, en dos guerras una más visible que la otra.

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Advertencia a partir de aquí el contenido puede no ser apto para todo el público
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El eco de la campana de salida sonaba tras el muro de ladrillos en el que Háakar recargaba la espalda esperando a que la chica saliera de los vestidores. Todos se habían marchado dejando los pasillos vacíos. Le molestaba que el corazón le palpitara con fuerza, casi podía jurar que los ecos recorrerían todo el lugar, que Byatha lo podría escuchar. El pensamiento le erizó la piel, no iba a permitir que ella viera que le afectaba,no claro que no, se seguiría mostrando indiferente.

–Háakar –El toque en su hombro lo sacó de sus pensamientos, esperaba que el sobresalto que tuvo pasara desapercibido– Te estoy hablando –Su tono era duro–

–¿Qué quieres?– Ocultó como pudo sus emociones con una mascara de molestia–

–No te enojes conmigo, fuiste tu el que soltó la cuerda–

–¿Y quien fue la que provocó eso? –

–No es mi culpa que no sepas mantener a raya la calentura–

–¡¿Calentura?! ¡P-pues no es mi culpa que tengas la boca tan sucia!–

–Baja la voz, o quieres que todo el mundo escuche como me haces gritar?

Los engranes en su cabeza comenzaron a trabajar, él también podía jugar así de sucio– Ya no hay nadie en la escuela que pueda escuchar como te hago gritar –La atrajo a él sujetándola de la muñeca con una mano y con la otra puesta sobre sus caderas creyendo que así la mantendría aprisionada contra su cuerpo, pero para estar aprisionado el otro debe de oponer resistencia al arresto–

–Jajaja ¿crees que me puedes hacer gritar? Ni que fueras tan bueno –Acercó el rostro manteniendo la mirada fija en los ojos morenos del chico, sin duda era un reto silencioso–

–Quisieras que no lo fuera, porque de otra manera no podrías encontrar a otra persona que te pudiera satisfacer –Reto aceptado–

–¿Y quien te dice que tal vez seas tu el que después ya no pueda encontrar algo mejor? –Sus labios tenían tal cercanía que podría sentir el cosquilleo en los propios al moverse–

–¿Porque no te callas de una buena vez?–

–¿Porque no intentas callarme?–

Y eso fue lo que hizo al sellar sus bocas en un beso. No era como aquellos besos cursis y melosos que se daban los estudiantes en el patio o en el parque que tanto le asqueaban, estaba lleno de ese eterno odio que sentía a la chica, ese deseo que mantenía guardado en lo más profundo de su ser cada que estaban juntos.
Comenzó a sentir la falta de aliento pero como nadador profesional podía mantener la respiración por mucho tiempo a diferencia de Byatha que por más que le mantuvo el ritmo lo separó respirando de manera agitada. Deslizó la lengua por los labios propios saboreando la dulce victoria, la molestia oscurecía los ojos verdes de la chica haciendo ensanchar la sonrisa llena de satisfacción de Háakar. Cuantas cosas no podría decirle  como “Qué? no te gustó?” “No que no te callaba?” pero decidió callar y quitar el cabello que se interponía entré él y su cuello. La piel ajena se erizaba con cada beso que eran de todo menos sutiles, los dedos se apretaban con mayor fuerza a su espalda al ir bajando con una lentitud desesperante hasta la clavícula, cuando le había soltado la muñeca y llegado las manos a su espalda? sus manos cobraron vida haciendo lo que querían, subiendo y bajando por la espalda ajena que se curvaba al tacto. En un vistazo fugaz vio como ella se mordía con fuerza el labio, una gran idea le vino en mente. La sujetó de las piernas y la levantó dando la medía vuelta pegándole la espalda contra la pared, Byatha por su parte, por instinto o porque realmente sabía lo que hacía, le rodeó la cadera con la piernas sujetándose con fuerza para no resbalar.

–¿Y ahora que? –Intentaba por todos los medios sonreír ladina y desafiante como siempre.

–Querías que te hiciera gritar, ¿no? –Con la mirada fija sobre su “presa” tomó el primer botón de su blusa con los dientes arrancándolo–

–¡¿Quien te ha dado el permiso de romper mi ropa?!

–Oh vamos cállate –Su truco no le servía para romper más de dos botones pero con eso era suficiente para apreciar el brasier verde que traía puesto.– Ni que realmente te molestara.

Sin querer escuchar ni una queja más acarició la piel tibia de su pecho con la lengua disfrutando en exceso de cada reacción que provocaba tanto en él como en ella. La apretó contra su cuerpo cuando los dientes tocaron su piel mordiendo con fuerza donde el brasier no podía cubrirla. Dejó hacer presión cuando un grito ahogado se hizo escuchar por el pasillo entero. Se sintió más que satisfecho.

–Ya esta– La soltó sin previo aviso haciéndose a un lado para tomar sus cosas y colgarse la mochila en el hombro. Al no escuchar ninguna respuesta por parte de Byatha volteó a verla con toda la calma que podía fingir– Que?

–Como que “ya esta”?– Era como música para sus odios el enojo en su voz.

–Me dijiste que no podía hacerte gritar y ya lo hice, no me vengas con que eso no cuenta tu y yo sabemos que si vale –Sonrió. Lograba ver una enorme mancha morada asomándose por la blusa rota– Me tengo que ir, voy tarde a entrenar, nos vemos mañana oh! y Byatha, abróchate esa blusa te puedo ver el pecho–

Si le había dicho algo más o no se enteraría hasta el día siguiente, corrió lo antes posible hasta la salida por lo que no pudo escuchar nada. No era que se le hiciera tarde para llegar al trabajo, aun tenía por lo menos media hora para llegar, tenía que relajarse, hacer que su cuerpo dejara de temblar, que el sonrojo igual que lo acelerado de su corazón pareciera que fuera por la carrera de la escuela hasta el trabajo. Si su padre lo veía así le haría un millon de preguntas que no se podía contestar ni a si mismo.

El paso apresurado no evitó que llegara tarde, cosa que hizo que se preguntara cuanto tiempo se la paso “peleando” con Byatha. Entró a los vestidores con la maleta en hombro. Por el rabillo del ojo pudo ver a un muchacho en la puerta que llevaba a las albercas cubriéndose el pecho con los brazos, tenía la cara tan roja como la granada, por un momento sintió lastima por él, apostaría todas sus monedas a que era su primer día. Esperaba que el instructor que le fuera a tocar no fuese estricto con él y le ayudara a sentirse seguro, para nadar se requería de mucha seguridad en uno mismo.
Al terminar de ponerse el uniforme, un traje de baño rojo y el silbato sobre su cuello, caminó sin muchos animos a la oficina de su padre, el encargado, respiró hondo y esperó a escuchar que podía pasar.

–Adelante– Abrió la puerta encontrándose con una mujer alta y robusta, no era gorda, nada de eso, pero al lado de su padre se veía con los brazos anchos y fuerte, justo lo que a su padre le hacía falta para dejar esa imagen delicada que poseía. Permanecía sentada frente al escritorio en una de las sillas acomodando algunos papeles. Estaba seguro de que en algún otro lugar la había visto– Llegas tarde–Dijo severamente–

–Ya me di cuenta–

–Y te importa un pomino?

–Comino– Corrigió la mujer.

–Y acaso te importa un comino? Hay personas que te están esperando, que dependen de ti para que los ayudes a nadar.–

–No señor...–

–No señor, no señor es lo único que sabes decir Háakar, eso y “no volverá a suceder” te lo advertí, como tu jefe debería de despedirte pero como tu padre que te obligó a buscar un empleo no voy a dejar que esto pase por alto por eso vas a tener un castigo –Un castigo? no era un niño para que su padre lo estuviera castigando mucho menos en frente de un desconocido– Señorita Speros sería tan amable de esperarme aquí un momento? –Sonrió con ternura a la mujer–

–Claro –Susurró algo que Háakar no alcanzó a escuchar pero pareció poner de mejor humor a su padre–

Ayer llegó un nuevo muchacho –Explicó mientras ambos salían de la oficina a las albercas– Su nombre es Exie, como favor me pidieron que fuera una clase particular y tu vas a dar la clase. Antes de que me digas que no, que tu y yo acordamos que nada de clases particulares porque no te gusta hacer eso quiero recordarte que es un castigo por no llegar a tiempo, también voy a decirte que no se te pagará y que vas a usar el tiempo libre que te di en la piscina para enseñarle al muchacho, en tu carril.–

–¿Algo más, padre? –Contenía el enojo lo mejor que podía, era un castigo y lo tenía que aceptar–

–Se bueno con el chico –Sonrió gentilmente.

Al llegar al lugar cruzaron juntos la alberca, las personas los saludaban y dedicaban algunas palabras a su padre que se llevaba bien con todos ahí. Háakar vio de nuevo al muchacho de los vestidores, parado enfrente de “su” carril vacío mirando con espanto el agua como quien viera de cara la peor de sus pesadillas.

–Tiene que ser una broma...–

–Te aseguro que no lo es, Exie me alegra ver que el traje te quedó bien, ¿Qué tal los gogles? ¿no te aprietan mucho?–

El chico se sobresaltó, no parecía haberlos visto acercarse, inclinó la cabeza ocultando su rostro lo mejor que pudo– Están bien, gracias– Hablaba con un tono bajo, quería pasar desapercibido a toda costa-

–Me alegra escuchar eso, Exie quiero presentarte a tu entrenador– Señaló a su hijo con las manos justo como una modelo lo haría al presentar un cosmetico– Háakar él es Exie, tu pupilo. Exie si tienes algún problema puedes ir a mi oficina a decírmelo y con gusto te atenderé de inmediato. Que se diviertan –Sin nada más que decir se retiró de nuevo a su oficina.

Háakar dio un breve suspiro observando sin mucho detalle al muchacho frente a él, tendría su edad, un poco menos o tal vez un poco más. Notó como nervioso intentaba cubrir sutilmente la cara evitando el contacto visual. Decidió romper el hielo.

–Voy a tomar un flotador, no lo vas a soltar para nada y te vas a meter al agua–El pánico invadió los ojos verdes del chico por lo que continuo hablando– Yo voy a estar adentro todo el tiempo para agarrarte, pero todo el esfuerzo lo tienes que hacer tu, ¿estas listo?

–Creo...que sí–No parecía muy convencido.


–Muy bien empecemos, cuanto antes entremos al agua mejor.–

sábado, 14 de mayo de 2016

Exie

Exie, no es posible que quieras irte en barco a buscar tesoros y no sepas nadar! -Gritó al ir arrastrando al chico de la mano.- Apenas puedo creerlo, que tal si hubiera una inundación, o si te hubieras caído del barco? Ya te me habrías muerto! -Exageraba, como siempre, pero ya se había acostumbrado a ello incluso podría sentirse orgulloso de saber que tanto de lo que decía era la realidad y que no.
–Jana no te escucharon 3 cuadras para atrás no quieres gritarlo con más fuerza por favor?- Aunque de mala gana, la seguía sin oponerse con la mano libre cubriendo el rostro por la vergüenza. No era posible que a alguien le diera importancia a ese dato tan insignificante y aun sabiendo eso le seguía apenando de sobremanera.– A donde vamos?
–Ya te lo dije! vamos a ir a donde yo aprendí a nadar cuando era una niña, es una escuela muy buena te lo prometo en cosa de días serás como un pez debajo del agua–
–Wow espera, no, es una escuela para niños? Jajaja no, no no no y no, bastante humillante es que no sepa…nadar–Susurro lo último mirando a todos lados esperando que nadie le hubiese escuchado. Jana lo miraba y se preguntaba “hmmm, quien es el exagerado ahora?”.– como para estar rodeado de un montón de niños y yo sea el único adolescente…–
–No vas a ser el único adolescente estoy ciento por ciento segura de que hay personas de todas las edades en la alberca –Acomodó sus anteojos redondos como platos observando el nombre de las calles antes de dar vuelta y seguir andando– Esto es lo que va pasar, te van a enseñar el lugar, te van a decir el costo, lo que tienes que llevar para poder entrar a la alberca, te vamos a inscribir y recalco vamos porque tu vas a pagar a mitad de la mensualidad y yo la otra, considéralo como un regalo de cumpleaños –Volteó a verle con una amplia sonrisa dibujada en el rostro.– Les vamos a decir que empezarás desde abajo que no sabes nada y ellos te van a ayudar.
–Es imposible discutir contigo, no se como hace tu hermano para soportarte, Banyuls– Resignado a lo que pasaría con él sujetó la mano de Jana caminando a su mismo paso sin darse cuenta del rojo que cubría sus mejillas.–
–Y-yo soy la que tiene que soportar a mi hermano–La voz pareció fallarle por un momento al responder.– Se pone de un humor terrible cuando le toca cocinar…tal vez debería de pedirle a la hermana de Luz que si quiere coquetear con mi hermano podría hacerle de comer.

Rieron y continuaron bromeando y hablando en lo que quedaba de camino a la escuela de natación Exie parecía bastante tranquilo hasta que pusieron un pie en la oficina del encargado. La habitación estaba llena de trofeos y medallas, fotografías colgaban de las paredes con placas que anunciaban el año en que se habían tomado, algunas eran realmente viejas, mantenían colores en blanco y negro, otras eran bastante recientes. Le llamó la atención la mandíbula de tiburón colgada justo detrás del encargado. La placa de su escritorio solo dejaba saber su apellido, era la primera vez que lo leía o escuchaba “Finore” no estaba seguro de como pronunciarlo ni de donde era originario. El encargado, un hombre de no más de 25 años de piel morena, cabello largo y rizado de color marrón sujeto a duras penas por una liga azul, sonreía con tranquilidad mientras buscaba unos papeles en los cajones.
–Primera vez entonces? –Tomó una pluma y comenzó a llenar el contenido de las hojas sacadas de su escritorio–
–A-ah sí es…mi primera vez…–El hombre rió con ternura, era obvio que intentaba tranquilizarlo pero no hacía más que ponerlo cada vez más nervioso–
–No te preocupes, es más común de lo que piensas, las personas vienen aquí por diferentes propósitos y de muchas edades, he recibido desde niños de no más de un año hasta personas realmente viejas de más de 50 no te tiene porque avergonzar el que no sepas nadar aun, si eres constante en un par de semanas nadaras con tanta naturalidad como el caminar.– Hizo el asiento para atrás levantándose de este y mostrando la entrada con la diestra sosteniendo la pluma y los papeles con la izquierda– Vayamos a las albercas, es mucho más fácil explicar lo que puedes ver a lo que no
–Estoy de acuerdo señor…–Esperaba que el hombre continuara la frase con su nombre, como era lo normal o eso pensó, pero este pareció no entender o simplemente no le importaba. Pero hizo esa mirada a la que Jana estaba tan acostumbrada, la de que la gente parecía juzgarla de loca o no entendía lo que estaba haciendo.– No importa…–Susurró levantándose del asiento junto con Exie–
Los tres salieron de la oficina y caminaron por un largo pasillo donde había más fotografías. Podía escucharse a lo lejos el eco de niños riendo, silbatos, el agua salpicando y gritos de lo que pensaba eran entrenadores. Cada paso era más difícil que el anterior, el terror comenzaba a petrificarlo de no haber sido por Jana lo más probable es que se hubiera quedado ahí o corrido directo a la entrada para nunca regresar. Bajaron por unas escaleras, al final se encontraban unos casilleros, a la derecha se encontraba una puerta con la palabra “Damas” grabada en color azul y a la izquierda otra con “Caballeros” de color rosa. Otra de as muchas cosas curiosas en ese lugar.
–Estas son las duchas y los vestidores, en los casilleros puedes dejar tu maleta, que obviamente necesitaras para traer una toalla, tu traje de baño, ropa, champo y el equipo de natación reglamentario para poder entrar en la alberca. Puedo darte más detalles si tomas la elección de estudiar aquí –Entre más lo escuchaban hablar más extraño les parecía su acento, parecía no ser de la ciudad–
El hombre mostró el camino a seguir con la diestra avanzando después que los dos más jóvenes. Jana miraba a Exie un tanto culpable por lo nervioso que se encontraba. Estaba claro que no preguntaría nada. Apenas abrió los labios para formular alguna pregunta cuando entraron a un enorme espacio donde se encontraba una piscina olímpica y otra más pequeña a su lado con 3 niveles para practicar clavados. Jana tenía que reconocer, incluso a ella le asustó ver lo oscura que estaba el agua de la fosa, prefirió no preguntar que tan profundo era o si alguien ya se había muerto ahí. De un lado de la alberca se veía una larga fila de niños en uno de los carriles haciendo ejercicios básicos con salvavidas o pequeñas tablas, en el siguiente carril se encontraban niños más grandes, el siguiente saltaba a una edad mucho mayor, chicos como la edad de su hermano de unos 18 años y en el último solo estaba un grupo de 5 adultos de edades de 30 hasta 50 años que parecía repetir el mismo ejercicio que los niños más pequeños. Ambos pudieron adivinar que los que tenían un traje de baño rojo eran los instructores, parecía no haber muchos, los que Exie pudo contar eran solamente 4. La voz del encargado interrumpió cualquier pensamiento en su cabeza.
–Dividimos las albercas, dos horas son para estos grupos, cuando acaba el tiempo hay una hora libre para los que vienen solo a nadar para relajarse un rato o entrenar por su cuenta– –La pregunta que mi amigo seguramente no quiere hacer es, en donde estaría él?–
–En el nivel uno –Y señalo, para los temores de Exie, el carril dos, donde el niño más grande parecía ser de 10 años– Exie no podía evitar sentir un nudo en la boca del estomago, ni siquiera el mismo sabía el sentimiento que el embargaba. Por ningún motivo estaría con los niños pequeños, era demasiada humillación pública.
–No es que me este oponiendo a sus reglas o que le haga mala cara al entrenador o que me desagraden los niños...pero no habrá otro lugar donde haya gente no se...más como de mi edad?– El de cabellos morenos mantuvo la mirada serie por unos momentos pensando en la pregunta, visiblemente confundido y apenado porque no tenía un grupo de chicos de su edad. Mientras pensaba en una solución esta llego corriendo a toda prisa cruzando todo el lugar hasta llegar a la fosa donde un pequeño grupo de personas lo esperaban y se quejaban de su retraso. El hombre sonrió ampliamente.
–Podemos darte un instructor personal en la hora donde estan los de nado libre, no son muchos, dejan uno de los carriles libres, ahí puedes estar, es lo único que tengo–
–Nos lo llevamos! –Alzó la voz entusiasmada– Llenemos esos papeles Exie para que ya mañana puedas venir a nadar.
Apenas pudo asentir con la cabeza cuando la rubia se lo llevó de la mano de vuelta a la oficina del encargado con este ultimo viniendo a paso tranquilo detrás de ellos. En sus labios se dibujaba una sonrisa que hacia evidente el que en su mente se estaba formulando un plan que Exie no estaba seguro si le gustaría. Ya dentro de la oficina se terminaron de llenar los papeles, se hicieron unas firmas y le dieron la lista de cosas que debía de traer.
Tu horario es el de las 6 de la tarde, yo voy a presentarte a tu entrenador mañana –De nuevo esa sonrisa hizo curvar sus labios, que clase de plan maligno estaría ideando?– Si no hay ninguna duda nos vemos mañana para tu primer día–
–Si, gracias– acomodó el fleco asegurandose de que le cubriera bien el ojo derecho antes de levantarse y salir del lugar junto con su amiga. –Una cosa antes de que se vayan –Ambos se detuvieron en el marco de la puerta– necesitas traer una liga en el cabello, no queremos que vayas a ahogarte con el cuando estés nadando–Fuera una broma o no logró espantar al de cabellos morenos. Algún día Jana Banyuls se las pagaría y su venganza sería dulce.